domingo, 13 de enero de 2019

#EDUCACCIÓN


Hace un mes llegó a mí éste libro, un verdadero regalo; por suerte mi familia me conoce bien y sabe de mi inquietud constante por lo que hago y cómo lo hago.
Se puede decir más alto, pero más claro. La autora del libro Sonia Díez, persona luchadora e increíblemente valiente donde las haya, se atreve a elevar la voz ante el problema que se nos plantea en nuestro actual sistema educativo, y del que muchos, no sólo a nivel nacional sino también latinoamericano, somos conscientes. Comienza su libro, elevando la voz hacia los responsables políticos y llama a la acción a todos los docentes y padres sobre una cuestión, que muchos llevamos pensando durante muchos años y llevando a nuestras aulas, contra corriente. 

Extraordinariamente documentado y con la experiencia y extraordinaria formación de la escritora, nos invita y nos contagia de que #otraeducaciónesposible.
Un libro que a muchos de los claustros virtuales les encantaría leer. Algo nos ha unido y es que estamos convencidos de que un cambio urge y es necesario y de que nuestros alumnos no necesitan lo que los alumnos de principios de siglo y de la era industrial, sino #unaescueladelsigloXXI.
Trabajamos con personas íntegras con multitud de talentos y aptitudes. Permitirles ser la mejor versión de ellos mismos debe ser nuestro principal objetivo. La autora, en éste sentido, hace referencia al libro de Francesco Tonucci, “El país de los cuadrados”; pero el actual enfoque de la educación deja poco margen para ello.
Así nombra también las cuatro funciones que para Ken Ronbison, tiene la educación. La individual, la cultural, la económica y la social.
Reflexiona sobre una de las citas que Richard Gerver hace en su libro “Crear hoy la escuela del mañana”. “Creo que nuestro papel como escuelas, como educadores, como padres, es ayudar a que nuestros hijos se desarrollen de modo que sean capaces de alcanzar todo su potencial y puedan contribuir de manera significativa al mundo como ciudadanos plenos”.
El mundo ha cambiado, los intereses de nuestros alumnos también , sin embargo seguimos haciendo las mismas cosas. Dos buenos ejemplos de la autora:
“ ¿Acaso alguien echa en falta, comprar un carrete fotográfico de 36 fotos y llevarlo a revelar a un establecimiento especializado?”.
"En un maratoniano tour turístico de paradas de treinta minutos y de siete días por Italia, se da una escena en la que el marido pregunta ¿cariño dónde estamos hoy? y ella contesta, hoy es miércoles, así que esto es Florencia."
U otro como el que me puso a mí un inspector. ¿Acaso un cirujano opera una pierna como hace veinte años?.
El currículo es para todos igual pero cada persona es única e irrepetible y entonces ¿porqué los mismos planes para todos?. Tomar conciencia de esa diversidad es nuestra obligación como docentes para poder acompañar a nuestros alumnos en su proceso de aprendizaje. 
Si sabemos que todo ha cambiado, ¿porqué seguimos haciendo lo mismos en nuestras aulas?.
Alumnos perdidos en un mar de contenidos, a veces, nada útiles para la vida.
¿Qué estamos haciendo entonces con nuestros alumnos marcándoles un único camino donde el pensamiento crítico, se queda en los papeles de planificación anual...?
¿Para qué educamos? ¿Qué estamos haciendo como educadores?.
Y como  padres, ¿para que llevamos a nuestros hijos e hijas al colegio?.
¿Qué pueden aportar los padres a la escuela y a los profesores para que éstos puedan cumplir su objetivo?. 
Por mi experiencia de participación en proyectos Comenius, he tenido la suerte de ver como en otros países se cuida la formación integral de la persona, es decir, su aspecto curricular, físico, emocional, social, motivacional, que hace que los alumnos formen parte de proyectos sociales en los que realizan un servicio a la comunidad, es lo que España se conoce como proyectos PAS, de esta manera los alumnos obtienen aprendizajes memorables y se sienten útiles a la sociedad de la que forman parte. 
“El aprendizaje implica una vivencia completa”. Según palabras de la autora  “nos equivocamos al considerar a los alumnos como “estudiantes” y no como ”aprendices”. “La actividad de estudiar pone el foco en el contenido, mientras que el aprender pone el foco en el alumno, en la persona”. También hace una aclaración importante: “No debemos confundir lo frecuente con lo normal y, mucho menos, con lo correcto.
El libro me ha encantado y por ésto y por mucho más por lo estoy en total acuerdo con la autora, quería compartir con vosotros lo que he sentido al leerlo. Saber que nuestros alumnos son únicos, que nos permiten aprender de ellos a diario, que tienen sentimientos, que traen una historia en su mochila todos los días y que en algunos de los casos, pesa demasiado, es labor de descubrimiento de nosotros docentes que, no vaciamos contenidos en ellos, sino que somos personas comprometidas en acompañar a las personas para que esos aprendizajes sean memorables y perduren en su vida. 
Os invito a que hagáis con ella esta magnífica reflexión en su libro.

Una voz de esperanza para los que estamos convencidos de que el cambio llega si te pones en marcha "ya", convencida de que:
 #otraeducaciónesposible.
#sercopo que cambia el paisaje, es posible.
#porunasescuelasquecambienelmundo.











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